agosto 27, 2011

El limite entre un recuerdo y la depresión.

Hacía frío, pero eso no importaba ni un poco, la euforia del momento, y la compañía de sus amigos, en ese viaje tan especial, hacían que el frío sea solo parte de un bello paisaje entre montañas. Todo era blanco, los picos de las grandes protuberancias que salían desde el piso y llegaban a tocar y pasar las nubes, parecían ser de algodón, eran de un blanco muy puro. Entre ese blanco tan brillante y perlado, se alzaban los colores de las camperas de todas las personas que estaban en ese momento ahí, era como si potes de temperas hubiesen caído abriéndose sobre una hoja en blanco. El aire iba acompañado de diferentes cantos, ejecutados por diferentes grupos de eufóricos adolescentes, y el miraba atónito todo eso, que alguna vez en su vida había soñado con vivir, y hoy era el momento. Justo cuando dirigía su mirada a 2 turistas con sus skies puestos, un amigo lo interrumpe, llamándolo el grupo avanzaba; ya comenzaba el ascenso hacia uno de los puntos más altos y bellos del cerro catedral, la caminata se hacia complicada, muchos se caían y resbalaban ya que no tenían experiencia previa en la cual hubiesen aprendido a caminar correctamente sobre la nieve; y agregándose a eso, la resaca y las escasas 2 horas de sueño que tenían, luego de una noche de lujurias, borracheras, en esos boliches que parecían salidos de películas.

Un ruido fuerte, no sabía de donde, resuena en su cabeza, al minuto realiza que era el amigo de su hermano menor, y luego recordó que este se había quedado a dormir en su casa, no quería levantarse, siguió acostado y así pasaron las hora. De pronto un vacío lo invadía, esos recuerdos que siempre aparecían con solo nombrar la ciudad tan hermosa de Bariloche, o simplemente viendo fotos, propias o ajenas, se apoderaba de su mente y corazón.

Horas mas tarde, ya estaba despierto, pensando que haría de su día. Se sentó en la computadora, entro a esa gran red social, que estaba tan de moda, y había un comentario de un conocido de un amigo de el, que ya habían vuelto de Bariloche, instantáneamente comento el muro de su amigo, el quería saber como la había pasado, y arreglar para encontrarse algún día para escuchar los relatos, y así revivir un poco la emoción y la euforia que el mismo había vivido 2 años atrás.
Que triste se sentía, y aún más luego de enterarse de la muerte de un compañero, de una amiga de el, que justo ese día se iban a esa ciudad tan bella también.
Por la mente se le cruzaba la idea de no hacer mas amigos menores a el, ya que revivir ese viaje mediante fotos y recuerdos de otros no era sano para él. Detrás de toda esa melancolía, había un gran miedo, si un miedo a crecer, al paso del tiempo, cada vez era más brusco y se hacía notar grotescamente, sin pedir disculpas.
Alguna vez el de pequeño soñaba con el día en que fuera o estuviera cerca de ser una persona adulta, y que contradictorio y irónico, ahora solo quería volver en el tiempo, y ser chico por el resto de su vida. No es que no le gustara crecer, pero el dolor de este proceso ya lo tapaba.
Igual el sabía que esto era estúpido, que vendrían momentos hermosos en su vida y empezaría a construirla; pero lo que no sabía era cuando comenzaría este proceso, o tal vez ya estaba en él y aún no reaccionaba.
Por lo menos ahora de lo que si estaba seguro era de que iba a ocupar un largo rato en su cabeza un acontecimiento, el simple hecho de lograr que su recuerdos fueran solo recuerdos y no pasaran a ser depresiones, ya que en su mente y corazón, habían solo estos, solo recuerdos.




agosto 14, 2011

Se ahogaba, era tan extraño, podía respirar, inhalaba profundo y exhalaba todo funcionaba como debía ser por naturaleza, pero se ahogaba.
Una desesperación profunda y desgarradora, iba destruyendo los tejidos, en una secuencia que consistía empezando desde el centro hacia afuera, y cuando todo ya acababa, y ese alivio dentro de tal caos, acompañado por una resignación, en el cual su palabra de aliento era "ya esta, algo peor no puede pasar", pronto flaqueaba, se resquebrajaba porque todo volvía a comenzar.
Era tal el ahogo, que no podía gritar, la impotencia lo invadía, es que en algún momento creía haber encontrado la cura, una solución, pero; que ingenuo fue, solo era el comienzo.
No comprendía, como tantas sensaciones se podían mezclar, ya no sabía ni que sentía, simplemente seguía adelante, todavía le quedaban fuerzas, sabía que ya llegaría ese momento que tanto anhelaba, ese momento en el cual se jugaría el todo sabiendo que si fallaba no quedaría nada, pero habría paz.

agosto 01, 2011

Un preludio en Mi menor

Se preguntaba porque, tan cruel acto de la casualidad, tal vez destino; ¿era así o era una vaga forma de justificar ese acontecimiento tan bello pero drástico que le había sucedido?
Lo que si sabía era que había encontrado la pieza perfecta para acompañar esos pensamientos que taladraban su cabeza y provocaban el insomnio que no le permitía descansar sus ojos y su mente. Esta era más ni menos que un Preludio en Mi menor de uno de los mejores compositores de la historia, según él, Frédéric Chopin; el único problema era que esta era muy corta, y sus sentimientos y pensamientos seguían demandando esa bella melodía, ya que iba perfecto con su ritmo.
Una y otra vez ponía play a la reproducción y por esos eternos pero tan cortos minutos sentía un alivio y todo fluía, pero al concluir sentía un vacío. El sabía el porqué, su corazón se lo gritaba con cada latido que daba, y recíprocamente dolía más.
Era tan confuso todo, pero él sabía que la confusión no venía por la situación en sí, sino por los sentimientos provocados a causa de esta. Tampoco era lógico que lamentara tal pérdida, no la había, nunca había podido decir que fue dueño alguna vez de eso que tanto lamentaba no tener, como si lo hubiera perdido; solo era una mala jugada de la vida hacia el, que movió las piezas del tablero de tal forma que deseaba que el tiempo fuera maleable, y así poder volverlo atrás.
Pero era incontrolable, el deseo enorme de poder reclamar una oportunidad, que si tan solo tuviera una haría todo perfecto para no desaprovecharla; pero, el objetivo en cuestión tenía conciencia propia, vida propia y era feliz. Si según ella era feliz, y él no tenía ni podía, aunque quisiera, demostrar lo contrario, simplemente le quedaba aferrarse a esa realidad, a la felicidad de esa persona y conformarse con que era feliz, y no a cuestas suya, tal vez podría influir, pero no de la manera que él deseaba.
Tampoco deseaba separarla de eso que la hacía tan feliz, aunque ganas no le faltaban, pero él la quería tanto que acepto la realidad, y simplemente se conformó con fantasear que algún día eso que la hacía tan feliz, en algún momento, ya no lo hiciera; aunque él no quisiera que ella fuera infeliz en ningún momento de su vida. Un gran problema deseos tan fuertes, su corazón estaba tan curioso y desconsolado, deseaba el mal y el bien al mismo tiempo, y no podía encontrar un balance.
Chopin seguía sonando, una y otra vez a manera de morfina, solo eso le quedaba.