marzo 12, 2012

Esas tormentas dentro de uno

Navegaba en un mar sin fin, una tormenta lo asediaba sin parar. Su pequeño bote hecho de un roble muy resistente cada vez se notaba mas desgastado ante esas olas color plata que chocaban sin orden alguno contra él.
En vano trataba de remar el pobre muchacho, el cielo estaba teñido de un rojo medio violáceo y las nubes eran apenas rosadas. Pero ya se podía ver no muy a lo lejos lo que era una gran tormenta.
El viento se hacía notar, era como si no parara de gritar, solo era interrumpido por el filo de los rayos que se veían aparecer y desaparecer en milésimas de segundos en aquel cielo tan furioso.
- No lo se – contesto María, el chico atónito observaba su monitor - Puede ser, pero no lo se – ya no sabía que más decir o hacer o escribir. Simplemente no se generaba una demanda de parte de ella para que él le dijera algo más, aunque realmente quisiera hacerlo.
No paso mucho tiempo hasta que se dio cuenta que había perdido un remo en el intento inútil por darle un curso a su bote. Ahora solo le quedaba un solo remo y que pronto quedo inutilizable ya que una fuerte ola embistió la pequeña barcaza , haciendo que en un movimiento brusco chocara su remo contra la parte trasera del bote y partiéndolo, en ese momento lamentaba seriamente que los remos no fueran tan resistentes como el roble de su pequeño bote. Ya con pocas fuerzas y resignado lo único que le quedo por hacer fue atarse con unas cuerdas para así evitar ser lanzado hacia el furioso mar que no paraba de moverse.
María ya había dejado de escribirle hace unos minutos. Estaban en diferentes sintonías, no sabría uno remarcar porque pero si se podía decir que no había ningún tipo de conexión. Raro de ver, ya que la última vez que se vieron, fueron tal para cual y era como si todo lo que pasaba encuadraba perfecto con lo que hacían y desenlazaba más situaciones y más, como en un película. Todo era tan armonioso esa vez, pero hoy no lo era.
Una ola enorme, muchísimo más grande que cualquier otra de las que lo embistieron se levantaba en el horizonte, era inevitable cambiar el curso y era más que sabido lo que sucedería luego. Simplemente respiró profundo, cerro sus ojos, trato de recordar los buenos momentos, por más cortos que fueran, y se recostó en el bote.
En ese momento le hubiese gustado contestarle lo que se le cruzaba por la cabeza, pero sabría que sería extremadamente inoportuno y que carecería de razones para hacerlo. Pero las ganas estaban ahí, como si estuviera a punto de vomitarlas. Que peor que extinguir las llamas de un deseo tan fuerte simplemente tragando saliva.
La ola estaba solo a segundos de impactar el bote, ya no sentía nada, era como si la gravedad hubiese desaparecido súbitamente. Lo que debajo de él fue en algún momento madera ya no lo era, estaba suspendido en la inmensidad de esas aguas metálicas, ya no diferencia el arriba del abajo. No se esforzaba por tratar de salir a la superficie sabía que era inútil, su bote había desaparecido, quien vaya a saber dónde podía estar y si seguiría con forma de bote, o sería solo tablas de roble flotando por ahí, pero ya no importaba el se hundía y no pensaba evitarlo.
Simplemente cerró su sesión, se levanto del escritorio y fue directo al living donde tenía su guitarra esperándolo, la tomó y comenzó a tocar, jugando con diferentes acordes - Al fin y al cabo, ya me voy a olvidar, resulta ser que el tiempo es la mejor compañía que tuve hasta hoy en día –
No recuerda como, llego a una costa, estaba empapado, vomito agua, y respiro como si alguien lo hubiese asfixiado minutos antes. Estaba exhausto, sin levantarse notó que delante de él se encontraba el bote. Era cuestión de tiempo.

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