Que día brillante es el de hoy, simplemente mirar al celeste cielo hace que mis ojos se arruguen como mecanismo de defensa.
Pero un cielo tan celeste y sin nubes me provoca cierta incomodidad, una acidez que recorre mi nuca y parte de mi cuello.
El sol esta caliente, y no teme quemar la piel a cualquiera que se le cruce en el camino.
Y la briza que es como el soplido de una madre cuando de niño uno se lastimaba la rodilla o un dedo, y solamente con ser soplado por su protectora el dolor desaparecía como por arte de magia.
Ahhh... el placer del silencio y el susurro del viento en el oido.
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