julio 15, 2011

Segundos

Estaba sentado, con sus manos inquietas, pero su mente inmóvil, congelada. Sentía nada, si nada, pero no estaba en blanco, había colapsado. Una sobredosis de sentimientos, información, sociedad, realidad, obligaciones, recuerdos; ya no entendía nada, todo pasó a ser una mezcla.
El oscuro y frío velo de la noche ya estaba cubriendo el cielo. Era media noche. Algo lo preocupaba, pero tan vacío, tan vacío. Si vacío era la palabra que salia desde sus pulmones, pasaba por su garganta, llegando a sus labios para dejar el calor y la humedad de su boca. Junto con su aliento se desvanecía no muy lejos de su cara.
Hay limites para todo, si para todo. Uno se cansa de revolver para hallar mas espacio donde ya no hay, a veces se le cruza por la mente que mejor hubiera sido si no hubiese malgastado el poco espacio que quedaba, pero ya rebalsaba.
Incomprendido, y sintiéndose más solo que nunca, sin poder entenderse ni el mismo, sentía la inquietud jugando en su estomago.
Ya estaba cansado de que lo molestaran hasta en su propio hogar, la paz no existía en su vida; no existía como algo, era simplemente utópica.
Tan incomodo y desorientado, no siente ni tristeza ni alegría. Es extraño.

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